Depresión

Depresión

La depresión es una enfermedad que afecta a la mente y al cuerpo, produciendo cambios a nivel del sueño, el apetito y la percepción que tenemos de nosotros mismos y el mundo en general.

La depresión no es una señal de debilidad ni tampoco es una elección personal.

Puede describirse la depresión como un estado en el que predomina el sentimiento de tristeza, la melancolía, la infelicidad o el abatimiento. La mayoría de nosotros se siente de esta manera en algún momento de su vida durante períodos cortos.

La depresión clínica es un trastorno del estado de ánimo en el cual los sentimientos de tristeza, pérdida, ira o frustración interfieren con la vida diaria durante un período más prolongado de tiempo.

La depresión puede afectar a personas de todas las edades, tanto a adultos, como a adolescentes e incluso a niños.

Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) la depresión es un trastorno mental frecuente. Se calcula que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. 
La depresión es también la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad. Estadísticamente afecta más a la mujer que al hombre. 
En el peor de los casos, la depresión puede llevar al suicidio.

Afortunadamente existen tratamientos eficaces para la depresión.

Los síntomas de depresión incluyen:

- Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día según lo indica el propio sujeto o la observación realizada por otros. En los niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser irritable. 
- Inactividad y retraimiento de las actividades usuales, así como disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades. 
- Cambio grande en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso.
- Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño.
- Agitación o enlentecimiento psicomotores.
- Fatiga o pérdida de energía casi cada día.
- Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo o culpa excesivos o inapropiados.
- Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión.
- Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio.
 
Dependiendo del número y de la intensidad de los síntomas, los episodios depresivos pueden clasificarse como leves, moderados o graves. Las personas con episodios depresivos leves tendrán alguna dificultad para seguir con sus actividades laborales y sociales habituales, aunque probablemente no las suspendan completamente. 

En cambio, durante un episodio depresivo grave es muy improbable que el paciente pueda mantener sus actividades sociales, laborales o domésticas si no es con grandes limitaciones. 

Diagnóstico y tratamiento
Existen tratamientos eficaces para la depresión. 
Entre los tratamientos psicológicos más eficientes y científicamente comprobados está la activación conductual, la terapia cognitiva conductual y la psicoterapia interpersonal.

En ocasiones y según el caso, es aconsejable combinar el tratamiento psicológico con un tratamiento farmacológico.

El tratamiento farmacológico se basa en medicamentos antidepresivos, como los inhibidores selectivos de recaptación de serotonina y los antidepresivos tricíclicos. Los profesionales sanitarios deben tener presentes los posibles efectos adversos de los antidepresivos y recetarlos solo en casos que realmente lo requieran.

Factores contribuyentes y prevención de la depresión
La depresión es el resultado de interacciones complejas entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas (desempleo, salud, luto, traumas psicológicos) tienen más probabilidades de sufrir depresión. 

A su vez, la depresión puede generar más estrés y disfunción, y empeorar la situación vital de la persona afectada y, por consiguiente, la propia depresión.

Hay relaciones entre la depresión y la salud física; así, por ejemplo, el sufrir alguna enfermedad física puede producir depresión, y viceversa. 
Está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. 
Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes. 
Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. 
Los programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para prevenir la depresión. 

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